¿Cómo afecta MiFIDII a los servicios financieros? (I)
El MiFID II es una versión renovada de la Directiva de Mercados de Instrumentos Financieros de la UE. Está diseñada para ofrecer una mayor protección a los inversores e inyectar más transparencia en todas las clases de activos: desde renta variable a renta fija, fondos cotizados y divisas. Fue aprobada en 2014 y el pasado 3 de enero entró en vigor en su totalidad.
¿Por qué se está implementando?
El MiFID original, de 2007, tenía la intención de ser la piedra angular de los esfuerzos de la UE para crear un mercado financiero único que pudiera competir con la profundidad y el dinamismo de los mercados de capital de EE. UU.
Pretendía principalmente poner fin al monopolio de las bolsas de valores y reducir los costos generales de negociación para los inversores, y, a pequeña escala, contribuir al crecimiento económico.
Su llegada en noviembre de 2007 coincidió con el inicio de la crisis financiera y los años siguientes expusieron todas las deficiencias del MiFID.
La nueva versión tiene objetivos más ambiciosos y estructurales: no solo actualizará las normas existentes para mantenerse al día con los avances tecnológicos, sino que abordará lo que los diseñadores de políticas mundiales consideraron como “aspectos opacos y poco regulados del sistema financiero”. Eso incluye los amplios mercados fuera de las Bolsas, como los derivados y los bonos.
¿Qué suponen las nuevas reglas?
Las nuevas reglas cubren prácticamente todos los aspectos de las transacciones dentro de la UE. Llegan a la industria de servicios financieros, desde bancos hasta inversores institucionales, bolsas de valores, intermediarios, fondos de cobertura y operadores de alta frecuencia.
Si un administrador de fondos quiere comprar cualquier cosa que tenga un producto subyacente en la UE, como una opción de HSBC en Hong Kong, entra dentro del alcance de MiFID II, sin importar dónde se encuentre el administrador de activos. Si un inversor con sede en la UE compre acciones en Apple también estará afectado por MiFID II, ya que el grupo estadounidense tiene una lista secundaria en Alemania.
Pero va mucho más allá. Dentro de MiFID II subyace un deseo regulatorio de alejar el comercio del teléfono y llevarlo a la tecnología digital, que cuenta con mejores formas de auditoría y vigilancia.
Esto significará una ola de datos, que es probable que se mida en petabytes. Las instituciones deberán ofrecer más información sobre la mayoría de los negocios de forma inmediata, incluidos el precio y el volumen.
No obstante, aún habrá que esperar para ver toda la MiFID II transpuesta en España, ya que el Gobierno ha aprobado un paquete básico de urgencia para cumplir con las exigencias europeas, lo que deja en entredicho cuándo se aprobarán las otras dos patas que penden de MiFID II: la de protección del inversor y la de servicios de modelo financiero que incluye todo el tema de incentivos, gobernanza de producto y también del análisis. Desde el Gobierno se prevé aprobar un proyecto de ley en el primer trimestre de 2018 para hacer una transposición completa de la directiva.